Introduzcamos previamente este glorioso artefacto creado para tener comunicación satelital en lugares donde no hay cobertura celular. Yo se que estás pensando que comunicación satelital es internet, pero no. En un pasado reciente -y hablo de hace menos de un año- no existía Starlink ni el sistema de conectividad que tenemos hoy en día. Por lo tanto las navegaciones oceánicas no eran compatibles con whatsapp ni con los sistemas de comunicacion que utilizamos en tierra firme. Solo existía -existe, porque al final es un fiel compañero- este aparato a través del cual podés escribir mensajes de texto de hasta 140 caracteres con otros usuarios de Inreach. Al llegar un mensaje hace un pequeño silvido, como el canto de un pajarito, y ese es uno de los momentos más felices del día para los adormecidos navegantes del mar.
Era 15 de noviembre y habíamos llegado con el barco a Marina Mindelo, en Cabo Verde, África. Las marinas suelen ser un espacio de libertinaje para los irreverentes del matrimonio. Siempre hay un bar por la vuelta, y como hay uno solo, todos sabemos donde encontrarnos. Especialmente cuando el pronóstico no era favorable para cruzar el océano esa semana y las amarras comenzaban a inquietar a las almas itinerantes que ya estaban listas para zarpar. El café del puerto se había convertido en el Lobby por excelencia y las duchas junto a la fila de la oficina eran escenarios versátiles para conocer y desconocer a los otros navegantes. No les voy a mentir, se notaba que la gente se ponía linda hasta para tirar la basura, con todo lo que eso puede significar para la vida a bordo.
Me sorprendió una mano en el hombro mientras hacía la fila para pagar la noche. -Vos sos Quetu.- Me dijo una voz de hombre. Lo afirmó con anta determinación que por unos segundos lo dudé. Le pregunté quien era y me dijo amigo de tal y tal navegante uruguayo. En Uruguay tienen la teoría de que si te ponés a hablar con otro ciudadano, conocés al amigo del amigo, o algún familiar cerano. Tampoco eramos muchos rioplatenses cruzando el océano sinceramente. Yo no quise exponer mis verdades pero sabía que ese barco estaba cruzando y lo venía siguiendo por un sistema de posicionamiento que tenemos llamado AIS, pero me hice la boluda, tapoco sabía quienes lo tripulaban. Le pregunté esas cosas que se preguntan para quedar bien, qué pronóstico les había tocado, si tenía tal o cual equipamiento a bordo, etc. Lo que retuve era que no tenía Starlink, solo Inreach.
Volví a verlo casi todos los días hasta que hubo una ventana para poder zarpar. No sentí nada mas que entusiasmo, digo, que tampoco es muy común encontrarse con un amigo de un amigo que esté navegando hacia el mismo lugar que una. -Pasame tu Inreach.- Me dijo. Como quien se anima a 'sacarle el teléfono' a la persona que le gusta. El servicio es pago y dependiendo de la suscripción que se elija, los mensajes pueden ser limitados. Por lo tanto no me hizo mucha ilusión su mensaje.
Pasaron cinco días hasta que una tarde, mientras ejercitaba dormirme, escuché el silbido. En otro viaje no me hubiera sorprendido ya que usaba el sistema de mensajería con recurrencia, pero esta vez, al tener internet a bordo, solo mi mamá sabía que tendría el Inreach prendido. Miré la pantalla, la líbido que te genera ese silbido es irrenunciable. 'Venimos 20mn arriba de uds. Ya agarrarn ls alisios?' decía el mensaje. No sé con que criterio se elijen recortar determinadas letras para que entren los caracteres, pero se va formando otro lenguaje. Uno mas preciso, sin decir demasiado. ¿Quién necesita más de esa dosis de conversación diaria? De a poco se fue dando, día tras día, un '¿Cómo vienen?' acariciaba el alma en horizontes tan hostiles, tan monótonos, tan carentes de amor. La cara de los tripulantes en el correr de los días se va derritiendo, los gestos se dibujan hacia abajo, se considera una virtud no hablar demasiado en el mar. Es como si los imanes se fueran rechazando unos a otros, eso sucede con la tripulación de tu barco. Y en esta atmósfera tan distante, tan silenciosa, tan vacía, la ilusión de un amor abstracto es el caramelo que le da sentido a tus sentidos. Así se siente cada mensaje, cada palabra, cada oportunidad de florecer, te cachetea, te recuerda que podés sentir.
Pensaba en que queria ser eso: un ser abstracto, diáfano, que solo emitiera conversaciones en 140 caracteres. Era lo que mejor me representaba, me evitaba decir boludeces, me hacia recortar lo justo. El ser inteligente, atractivo, sugerente, es el que habla poco. Al hablar mucho pasan cosas raras, uno se desnaturaliza… porque cuando estamos solos no hablamos, y así queremos ser. No seres atravesados por las emociones, vomitando pensamientos intrascendentes o demostrando frivolidades. Por eso me convertí el el amor de inreach perfecto. Yo estaba enamorada de mi misma, y él también. Y yo de él, también. Nuestros mensajes matcheaban en el éter para crear una tercera entidad, un amor volátil. De a ratos pensaba que esa energía era mi líbido intentando representarse en algo o alguien… pero prefería no pensar en eso, elegía pensar que él también tenía necesidades de depositar su amor y era yo quien estaba presente en ese momento. O mi yo de 140 caracteres.