Tiré la ropa en el canasto porque tenía tu olor de la noche anterior. Me dió un poco de culpa convivir con eso, aunque dormiría abrazada a la camisa para tenerte en la cama donde no te dejé dormir. No se, sentí que iba a tener más códigos al coger en el sillón y no llevarte a la cama. Al final dormiste tirado con un par de frazadas en un sillón de dos cuerpos. Siempre que se habla de infidelidades se menciona el hecho de cuidar los espacios, tampoco sé bien que significa eso y no lo considero tan importante, pero a la hora de cometer un acto ilícito uno quiere mantener la cordura, si es posible.
-Cuando nos vemos de vuelta? - Me dijiste cuando saliste de casa. Si hubiera podido te hubiera dicho que te quedaras conmigo todo el día, pero me pareció un montón. Cerré la puerta y con vos se fueron mis órganos.. “contigo”, como dicen acá. Pues contigo se fue todo lo que me mantenía en eje, en mujer seria respetada. Ahora me olvido la pava prendida, la canilla corriendo, el teléfono en la heladera, voy a terminar en medio de un incendio si sigo así de estúpida, la definición mas contundente de “se murió de amor”. Eso soy ahora, una colección de estupidez, me muevo libidinosa, se nota, cuando camino los hombres y las mujeres me comen con la mirada, me levanto hasta al kiosquero, es un asco vivir así, todo el día pensando en amor. Sonó el teléfono y la estupidez se achicharró en una sola frase “Hola, ¿Amor?” La libido quedó contenida en la cotidianidad de la pareja estable, monogámica, en las cerdas de la escoba con la que barro las migas después de comer, ahí quedó atrapada mi sexualidad.. ¿Cómo se resuelven estas cosas? Mis vecinos tienen dos novios cada uno. Es decir ellos son novios “principales”, ella tiene otro novio y él tiene otra, a veces incluso se juntan los cuatro, que gente honesta. En cambio yo, ocultando mi deseo para no parecer tonta, para que no me quieran solo para tener sexo. Y al final es peor, porque el amor me tiene distraída, gasto energía en ocultarlo, y los tipos se enamoran de mí porque soy santita y tonta. No hay mentira mas grande. A mi me gusta enamorarme, sentir eso medio tóxico que tiene el amor cuando es romántico... Me tomé el bus a Montevideo para viajar a Buenos Aires, mirar por la ventanilla es un cuchillo que te vas clavando de a poquito. Elegí una canción y me gustaba pensar que estábamos en el auto escuchándola juntos a todo volumen. La puse una y otra vez solo para manejar muchos kilómetros con vos. Además siempre era la misma escena, como si te fueras a enamorar de mi solo por una canción. Pero hay un deseo secreto que tenemos todos de vivir en una película, que alguien esté registrando nuestras emociones, que alguien cuente nuestra historia, y por supuesto que todos se enamoren de la protagonista, o sea yo.
No se si lo que sentía era por vos, o por la idea de vos que me había quedado en la cabeza. Al final es como viajar, mentalmente suena increíble pero en el momento de llevarlo a cabo no estoy segura de que lo sea. Tal vez el enamoramiento sea como el hambre, que está latente y falta que vea un plato de comida para aflorar hasta enloquecerte, a veces tampoco importa cuánto te guste esa comida, es comida y fin.
Me acuerdo un viaje que hice sola al extranjero y vi un argentino y me le puse a hablar sin parar, yo solo quería hablar en argentino, no importaba quien fuera el oyente. Algo así me pasa. Aunque pensándolo mejor, a varios otros les prohibí mi cama y no pensé ni un segundo en ellos, tal vez el argentino tiene que cumplir ciertas cualidades para ser buen oyente…
Embarcamos en el ferry y no quedaban espacios libres, me pregunto quién viaja a Buenos Aires en pleno Julio. Se sentó un chico al lado y hablamos de cosas, me preguntó qué hacía al llegar a la ciudad ya que iba a ser de noche y quería ir a un bar. Le dije que podíamos ir juntos. Me contó que era buzo profesional y que viajaba mes por medio, me pareció que era mundano. Las personas mundanas no le dan mucha importancia a la ropa, no es que usara marcas caras ni nada de eso, cosa que me favoreció porque yo estaba vestida para ir a escalar una montaña. Una vez conocí una americana muy sexy que se había acostado con mi novio y ella siempre estaba vestida de trekking, su líbido era tan evidente que ni las zapatillas Salomon podían ocultar la mujer que había debajo. Tanto que a veces me pregunté si sentía algo cada vez que la veía. Jugué a ser ella por un rato, o a ser lo que yo me imaginaba que ella era. Mi novio me había traicionado y mi imaginación rellenó hasta el último detalle de su persona. Hay una necesidad irrenunciable de saber exactamente cómo es la persona con la que te traicionan, debe ser para sentirse segura de que no es mejor que una, y si lo es, masticar inseguridades. Lo que ignoramos nos domina.
El chico viajero tocó la flauta como el de la serpiente y la vasija, hizo un buen marketing, me fue paseando por historias intrigantes hasta detallarme que en su casa habría fotos de todas su pericias, y bueno, mis ojos debían ir a corroborar que lo que decía era cierto. Me invitó a la casa y me acordé de lo que sentí cuando entré a la tuya por primera vez, era más grande y con una habitación amplia al fondo, se veía la cama king size bien estirada, productos importados en la heladera, olor a “free shop”, contaba con buen gusto para la decoración y la música. Abrimos una botella de vino para seguir hablando del mundo y todas sus maravillas, las cosas se fueron dando, se me acercó él para darme un beso, esa es la principal diferencia entre Argentina y Uruguay; el uruguayo es más inseguro, o no se bien que piensa pero no activa. Todo eso pensaba en el segundo que me acercaba la boca. Ya te das cuenta unos centímetros antes, por la cara de placer que ponen, si te va a gustar como besa o no. Si es muy exagerada, me causa rechazo, debe ser desinteresada y audaz, con los ojos medio achinados como sintiendo gracia de la situación, así tiene que acercarse, como un acto secundario, sacándole romanticismo y drama. Si se acerca con los párpados caídos y la boca medio entreabierta tenés que huir. Nos besamos, decía, estaba bien, empezó a tocarme, “-¿Vamos a la cama?-“ pregunté, se rió y me besó omitiendo la respuesta, tuvimos sexo en el sillón.