Elegiste ser proel porque lo consideraste una gran estrategia para subirte a todos los barcos. Pesás poco, sos ágil, lo suficientemente inteligente para entender cómo pasar los cabos sin que se te enreden, y como a todos los barcos les falta proel, ahí fuiste, a meter tu entusiasmo.
Pero hoy estás sentado en la banda y te sentís profundamente arrepentido, mirás con recelo a los integrantes del cockpit que terminan la regata secos y enteros. En cambio vos tenés los pelos hechos un alambre del agua salada que te cayó tipo balde durante toda la regata, y los lentes de sol, esos que tenés amarrados dos veces para que no se te vuelen cuando arriás el globo, parecen esmerilados y no tenés con qué limpiarlos, te cuesta distinguir las rachas en esas condiciones. Y encima 'te mandan' a hacer tal o cual maniobra como si fueses una marioneta. Y que no te vaya a salir mal porque la culpa es tuya, y de nadie más. Y están todos los tripulantes mirándo lo que hacés con detenimiento. Ahh ... proel atrevido! Creíste que tu camino al éxito iba por acá y ahora tenés que pegar la vuelta. Tenés que huir de la miseria, aprender a trimar alguna vela, timonear, hacer la táctica o la navegación para pasar al cockpit, ese glorioso espacio seco, la mal llamada 'bañadera'. Hasta preferís volver a ser topo con tal de no sufrir más esa proa que se sumerge en cada ola como si intentara atravesarlas. No hay traje de agua que aguante tu trabajo, proel. No hay moral, ni chocolate tan rico para levantar ese autoestima. Y después, cuando todos llegan a la amarra, tenés que encargarte de doblar las velas, entortugarlas, recorrer los globos y desarmar la maniobra.. ¿No les pareció suficiente tu trabajo por hoy? Te pasaste cinco horas de regata, si no más, cantando las rachas, poniéndole el cuerpo a las olas, mientras en tu otro hemisferio cerebral repasabas la maniobra de la próxima pierna, y ¿Así te lo agradecen? Levantá el sindicato, proel. Hacete escuchar por esa manga de vagos que dicen que hacen un deporte y se cansan a la segunda vuelta de manija, por esos incoherentes que se jactan de que la regata larga estuvo dura y ni siquiera se pusieron el pantalón de agua. Bendito seas proel, que sin tu astucia y empeño no hay púlpito que preceda este hermoso deporte del que somos parte.